Mis pequeños artistas

Ayer, mis peques tenían la última clase de pintura de este curso.
Todos son una gente estupenda, empezando por las dos profes y siguiendo por los alumnos. Da gusto ver el ambiente que se respira, cómo se ayudan y aconsejan unos a otros, a pesar de ser una clase de lo más heterogénea, pues hay una amplia diferencia de edades, desde mi niña que es la benjamina, con sus cinco años hasta quién ha superado los cuarenta.
Me pareció buena idea mandarles una tartita para compartir en la clase y quería hacer algo que reflejara un poco el ambiente, pero no quería una tarta llena de pinceles y tubos de pinturas.
Hace tiempo, había visto en un blog americano, una tarta hecha a capas de bizcocho de colores y me pareció una buena opción, pues resultaba colorido y alegre, que era precisamente lo que quería reflejar.
Además, quería que los niños participaran en la elaboración de la decoración; así que dejé la cubierta en blanco y les di los rotuladores de tinta comestible que tenía por estrenar y les dejé que pintaran lo que quisieran.
Tengo que decir que, al principio, les resultaba una superficie muy extraña, pues si calcas de más, el rotulador se hunde; pero superados los dos primeros fallos, se soltaron a hacer garabatos por todas las esquinas.
Bueno, dejo de enrollarme más y pongo las fotos de una vez.

Una vez que empezaron a cortarla en la clase, hice una foto del interior con el móvil, pero como sobró tarta y me traje un trocito de vuelta, le hice una foto un poco mejor del corte; algo que salvo contadas excepciones, no tengo oportunidad de hacer.

¿A qué es perfecta para una clase de pintura?

La tarta, es un bizcocho de claras hecho a capas coloreadas de diferentes colores y relleno de SMBC de mandarina.